El 26 de Septiembre votaré por los chavistas cuando Chávez jure que es demócrata de verdad, ex socialista, ex marxista, ex comunista y cristiano practicante, y sin mentir. Y aunque no le creo ni el Padre Nuestro de rodillas, se pueden despejar las dudas utilizando también el Polígrafo detector de mentiras. Votaré por los chavistas cuando Chávez respete la Constitución Nacional de la República Bolivariana de Venezuela. Cuando conceda la libertad a todos los presos políticos y termine con la represión de la oposición y de los medios de comunicación social, devuelva todas las expropiaciones y reactive el aparato productivo del país. Cuando devuelva los 950 Mil Millones de Dólares que le han ingresado a su gobierno, y los reinvierta en obras vitales para la transformación del país, o sea en electricidad, vialidad, inseguridad y agua, y devuelva de sus propios bolsillos los millones de dólares perdidos e inauditables en los cuatro ó cinco mil contenedores de alimentos podridos.
Votaré por los chavistas cuando Chávez jure ante la Biblia que se ha divorciado de Fidel y de su filosofía fracasada y, de paso, que está arrepentido de su traición a la patria con el desembarco sistemático de cubanos a Venezuela con la excusa de ser cooperantes en salud y deportes pero también en educación, notarias, registros, aduanas, electricidad, ámbito militar e inteligencia. Lo que le falta es imponer a Fidel como Vice-presidente y completar la invasión del gabinete ministerial, Asamblea Nacional, Tribunal Supremo de Justicia y otras dependencias públicas, para que en Cuba terminen de cantar en coro y en ritmo de guaguancó: qué cosa má grande caballero, porque Venezuela dejaría de ser Venezuela para ser Cuba II o Venecuba.
Votaré por ellos cuando Chávez nos garantice que tiene totalmente controlada la inseguridad del país, y que ya podemos caminar en la calle con toda libertad a las siete de la noche e ir al cine con la novia a las nueve; y que Caracas ha dejado de ser la segunda ciudad más violenta del mundo gracias a su eficiente gestión. Y cuando nos permita ver por televisión los juegos de Fútbol o la pelota caliente del béisbol y, a mi suegra, la novela Amor en Custodia a las 10 de la noche, sin interrupciones con sus kilométricas cadenas. Y que elimine de los discursos sus frases preferidas como pendejo, imbécil y otras palabras que no se pueden repetir en este espacio por respeto al lector de este artículo; y las descalificaciones a personas e instituciones nacionales e internacionales como inductores de miedo. Y cuando deje de meterse en los asuntos internos de Colombia, Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Honduras, Haití, Argentina, Perú y una lista interminable de países; y decida meterse de cabeza en la solución de los problemas internos de Venezuela, que tenemos como arroz picao.
Votaré por los chavistas cuando Chávez le diga al pueblo venezolano que renuncia a otras reelecciones porque las metidas de pata que lleva hasta ahora son más que suficientes para demostrar que es un pésimo gobernante, por no decir el peor desde Pérez Jiménez para acá, a pesar de tener todos los recursos para hacer de Venezuela la octava Maravilla del Mundo.
En fin, como dice mi pueblo: votaré por los chavistas cuando la rana eche pelos porque árbol que nace torcido jamás su rama endereza y el que nace barrigón ni aunque lo fajen chiquito. O sea: nunca.
Francisco Rivero Valera riverovfrancisco@hotmail.com
Votaré por los chavistas cuando Chávez jure ante la Biblia que se ha divorciado de Fidel y de su filosofía fracasada y, de paso, que está arrepentido de su traición a la patria con el desembarco sistemático de cubanos a Venezuela con la excusa de ser cooperantes en salud y deportes pero también en educación, notarias, registros, aduanas, electricidad, ámbito militar e inteligencia. Lo que le falta es imponer a Fidel como Vice-presidente y completar la invasión del gabinete ministerial, Asamblea Nacional, Tribunal Supremo de Justicia y otras dependencias públicas, para que en Cuba terminen de cantar en coro y en ritmo de guaguancó: qué cosa má grande caballero, porque Venezuela dejaría de ser Venezuela para ser Cuba II o Venecuba.
Votaré por ellos cuando Chávez nos garantice que tiene totalmente controlada la inseguridad del país, y que ya podemos caminar en la calle con toda libertad a las siete de la noche e ir al cine con la novia a las nueve; y que Caracas ha dejado de ser la segunda ciudad más violenta del mundo gracias a su eficiente gestión. Y cuando nos permita ver por televisión los juegos de Fútbol o la pelota caliente del béisbol y, a mi suegra, la novela Amor en Custodia a las 10 de la noche, sin interrupciones con sus kilométricas cadenas. Y que elimine de los discursos sus frases preferidas como pendejo, imbécil y otras palabras que no se pueden repetir en este espacio por respeto al lector de este artículo; y las descalificaciones a personas e instituciones nacionales e internacionales como inductores de miedo. Y cuando deje de meterse en los asuntos internos de Colombia, Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Honduras, Haití, Argentina, Perú y una lista interminable de países; y decida meterse de cabeza en la solución de los problemas internos de Venezuela, que tenemos como arroz picao.
Votaré por los chavistas cuando Chávez le diga al pueblo venezolano que renuncia a otras reelecciones porque las metidas de pata que lleva hasta ahora son más que suficientes para demostrar que es un pésimo gobernante, por no decir el peor desde Pérez Jiménez para acá, a pesar de tener todos los recursos para hacer de Venezuela la octava Maravilla del Mundo.
En fin, como dice mi pueblo: votaré por los chavistas cuando la rana eche pelos porque árbol que nace torcido jamás su rama endereza y el que nace barrigón ni aunque lo fajen chiquito. O sea: nunca.
Francisco Rivero Valera riverovfrancisco@hotmail.com
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