IGLESIA DE LA CANDELARIA EN TURMERO

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martes, 1 de febrero de 2011

JONATTAN, LA FAMILIA VEGA, EL GOLF Y EL "ESPÍRITU DE LA ROBOLUCIÓN"


Para los venezolanos el triunfo de Jhonattan Vega en el “Bob Hope Classic” es un motivo de alegría y celebración como siempre solemos celebrar las grandes victorias de los deportistas nacionales. Para los profesionales y aficionados venezolanos al golf, es algo más, es un motivo de orgullo, emoción y admiración, pues quienes conocen las dificultades del juego y sus exigencias físicas y mentales, saben lo difícil que es llegar a jugar en el PGA Tour, el equivalente a la Grandes Ligas, y que ganar un torneo en ese Tour es todavía más cuesta arriba. Para llegar a ese nivel, como en el beisbol, el jugador debe demostrar sus habilidades en las ligas menores del golf profesional, el Nationwide Tour, donde Jhonattan tuvo que enfrentar a cientos de competidores que cada año aspiran a uno de los pases de ascenso al PGA Tour. Jhonattan Vega, el primer venezolano en el PGA, se une en esa liga a seis latinoamericanos: Ángel Cabrera, José Cóceres, Fabián Gómez y Andrés Romero, de Argentina país de una larga tradición en el golf, Carlos Franco de Paraguay y Camilo Villegas de Colombia. Jhonattan Vega, hijo de un modesto trabajador despedido de PDVSA por el actual Gobierno, se inició en los campos de golf de la empresa en el Oriente del país. Para paliar la ausencia de centros de recreación y esparcimiento, las empresas petroleras transnacionales construyeron en sus campamentos campos de golf para ofrecerle a su personal una posibilidad de sano esparcimiento en medio de la soledad de los llanos y los bosques. Esos campos fueron conservados y bien mantenidos durante décadas, antes y después de la nacionalización de la industria. En esos campos, particularmente en los del Oriente, se formaban y hacían deporte más de 500 niños venezolanos. Uno de esos niños era Jhonattan Vega. Pero un día, el Presidente Chávez y su Ministro de Energía cum Presidente de PDVSA declararon que “el golf es un deporte contrario al espíritu de la Revolución”. Y sin más, ordenaron y ejecutaron la destrucción de todos esos campos de golf, sin tener en cuenta no solamente el costo de los mismos, sino que además dejaban sin esas instalaciones a cientos de niños que se iniciaban en ese deporte en un programa auspiciado por Miguel Martínez, otro profesional del golf venezolano, surgido como Jhonattan, de esos campos y en un momento dado patrocinado por la PDVSA . De allí en adelante, el Presidente Chávez inició una campaña contra el golf, calificándolo de “burgués”, “elitista” y “contrarrevolucionario”. Posteriormente, ordenó el cierre del campo de golf de Maracay, argumentando que quienes allí practicaban ese deporte eran unos “ricachones” y además “flojos” que ni siquiera caminaban, sino que se desplazaban por el campo en carritos especiales. Luego vinieron las amenazas de confiscación, que el Presidente Chávez en cada oportunidad, contra el resto de los campos de golf que existen en el país. En la primera oportunidad, el entonces alcalde Juan Barreto, inició acciones destinadas a expropiar los más antiguos campos de golf de Caracas, el Valle Arriba Golf Club y el Caracas Country Club. Y por supuesto, el Gobernador García Carneiro, no podía quedarse atrás y puso en salsa al Caraballeda Golf Club, ubicado en el Estado Vargas, amenazándolo con su confiscación. Ahora, con ocasión de las recientes lluvias, y para agredir a esa institución, instaló decenas carpas en el hoyo 8 de ese club y con el apoyo armado de la Guardia Nacional alojó allí a un grupo de damnificados en condiciones infrahumanas. La única verdad que en relación al golf ha dicho el Presidente Chávez, es que es "un deporte contrario al espíritu de la Revolución”. En efecto, los principios y la naturaleza del golf son incompatibles con su Robolución, que no es otra cosa que un régimen autocrático y totalitario que vive y se nutre el del culto a la personalidad, del abuso de poder, de la desigualdad entre sus seguidores y el resto de los venezolanos, del uso desproporcionado de la fuerza, del estímulo del odio y la violencia, del insulto y la procacidad, de la trampa y la zancadilla, de la destrucción de la nación, del cultivo de la adulación y que tiene como norma permanente de conducta la deshonestidad.El golf no se juega contra otros, se juega contra la dificultad del campo y contra uno mismo y siempre para superar la última actuación. El golf produce pues un deseo constante de superación. Esta llamada "Revolución" intenta castrar el deseo de superación de los venezolanos y pretende igualarnos por debajo, acostumbrarnos a la la mediocridad y la miseria. El golf ayuda a desarrollar, en particular en los más jóvenes, el sentido de la honestidad. En el golf no hay árbitros ni, usando el lenguaje presidencial, “onpallers”, que vigilen el comportamiento de los jugadores en la cancha y lleven el "score" de ellos. Cada jugador lleva su "score". El CNE, el INES y el BCV, encargados de llevar los “scores” de la nación, hacen trampas cada uno en su campo y los adulteran para satisfacer a l Presidente Chávez, son la institucionalización de la deshonestidad.En el mundo del golf, quien es descubierto en una trampa, queda marginado de la comunidad de golfistas, que las considera un acto deshonesto y ventajista. Y la deshonestidad y el ventajismo son normas de conducta del actual Gobierno. El poder judicial sumiso, la Fiscalía, la Contraloría y el TSJ tienen como función principal ocultar las trampas y desafueros del Iluminado y de los boliburgueses protegidos del régimen.El golf es un deporte que tiene reglas para que todos los jugadores, independientemente de sus destrezas y nivel de juego, participen en igualdad de condiciones. Es el sistema de “hándicaps”. Se crean así condiciones que superen las diferencias naturales entre unos y otros jugadores, lo que alcanza mediante la proporcionalidad. Espíritu que evidentemente es contrario al pensamiento gubernamental que se sustenta en el odio y en la desproporcionalidad: más votos menos diputados para los demás, menos votos más diputados para el oficialismo. El golf es un deporte para personas de todas las edades. Lo que permite que se pueda practicar en familia. Es un deporte que propicia la unidad y la convivencia familiar. La conducta del Presidente Chávez en materia de familia la conoce bien el país y no es precisamente un ejemplo para los jóvenes ni para la sociedad en general.Adicionalmente, el golf tiene otra forma para subsanar las diferencias en edad y condiciones físicas de los jugadores. Cada hoyo tiene puntos de salida (tees) para diferentes niveles, así, se tienen "tees" para profesionales, para amateurs de alto nivel , para aficionados normales , para los de tercera edad (Seniors), para damas y para niños. Es decir es un deporte que hace de la igualdad y la proporcionalidad uno de sus principios básicos, para que los resultados sean justos. Este es un Gobiernos que abusa del poder, de los recursos y de las armas del Estado para obtener ventajas indebidas, reprimir, atropellar los derechos ciudadanos, crear de desigualdades y estimular el odio y la frustración colectiva. Y finalmente, es un deporte se fundamenta en el respeto a cada competidor. Los buenos modales, su ética, y una conducta civilizada constituyen normas inquebrantables del juego. En otras palabras, es un deporte de “buenos ciudadanos”, con lo que se quiere decir de ciudadanos que, por encima de todo, respetan al prójimo y pueden convivir en armonía con sus semejantes. Nada más alejado de la conducta de esta llamada Revolución, que así como el adicto no puede renunciar a las drogas por su enfermedad, ellos por sus complejos y aberraciones sociales, no pueden renunciar al lenguaje procaz y al insulto contra quienes no comparten sus ideas y acciones. En efecto, el golf es contrario a este “espíritu”, afortunadamente para los golfistas y para el golf. Pero resulta que como los logros del actual Gobierno son inexistentes, y siempre oportunista y tramposo, no pierde oportunidad de “ganar indulgencias con escapulario ajeno”. Y ante la victoria de Jhonattan Vega, como ha hecho con la de otros deportistas, ha tratado de identificarse con el contento de los venezolanos y hacerla aparecer como suya y del régimen. Con el mayor de los descaros ha dicho que no es cierto que el sea enemigo del golf, ni de ningún deporte. Una actitud oportunista, ventajista y deshonesta, que contradice todas sus afirmaciones y todas sus acciones, entre ellas la destrucción por órdenes suyas de todas las canchas de golf de los campos petroleros, de donde surgió este joven y exitoso deportista, hijo de uno de los 22.000 trabajadores despedidos de PDVSA. El triunfo de Jhonattan Vega, representa algo más que una victoria deportiva individual. Representa el triunfo de las familias venezolanas que trabajan y se esfuerzan para darles a sus hijos educación para un futuro mejor. Jhonattan Vega no es solamente un deportista, es un profesional graduado en la Universidad de Texas adonde, al igual que sus hermanos, llegó gracias al esfuerzo de sus padres. Su padre fue botado de PDVSA pero no se sumergió en un valle de lágrimas ni salió a buscar dádivas de alguna “misión”, sino que con su esfuerzo sacó adelante a sus hijos.No fue la Misión Rivas ni Che Guevara ni ninguna otra del oficialismo para comprar la sumisión de los más necesitados, la que le abrió las puertas del futuro a Jhonattan y a sus hermanos, sino la “Misión Familia Vega”, con trabajo, constancia, educación y una indeclinable voluntad de superación. Sirva la familia Vega de ejemplo para demostrar que en Venezuela siempre ha existido la posibilidad de superación y ascenso económico y social mediante el esfuerzo familiar, la disciplina y el estudio. Pero para el Iluminado, en lo más profundo de su espíritu enfermo, Jhonattan nunca será un ejemplo de superación y de logros. Sus complejos y resentimientos lo hacen enemigo del éxito y de quienes, como Jhonattan, han hecho realidad sus sueños con esfuerzo y dedicación.




Por: Joaquin Chaffardet


FUENTE: Correo electrónico

LA HISTORIA DE MI APARTAMENTO... SOLO PARA ILUSOS.


Con mucho esfuerzo y deseo de superación, vendí mi viejo apartamento, un vehículo y tomé mis ahorros para comprar un nuevo apartamento.

Me enamoré de uno ubicado en un conjunto de varios edificios. La vista: lo mejor de Caracas desde un piso 12. Tres habitaciones. Espacioso salón de fiestas. Hermosas áreas verdes. Piscina. Maletero y dos puestos de estacionamiento. Qué más podía pedir. Lamentablemente el edificio aún estaba en construcción.

Pagué la cuota inicial que me solicitaron con la firme promesa del constructor que antes de que terminara el segundo año ya tendría las llaves de mi nueva vivienda.
Pasaron los dos años y el apartamento aumentó de precio. Eso no me lo habían dicho. Algo de un IPC que yo no entendía. Que si la inflación, que si los costos de los materiales. Cosa que a mi no me importaba porque al fin y al cabo yo ya había pagado lo que me exigieron.

Pasó un año más y el edificio estaba terminado. Pero el atraso me molestaba demasiado. ¿Porqué no nos entregaban las viviendas? Como yo éramos muchos. El constructor nos indicó que no nos preocupáramos que de los 300 apartamentos ya se habían vendido 150 y que muy pronto nos lo entregarían. YO NO ESTABA DISPUESTO A ESPERAR MAS. Estaba pagando mucho en alquiler y mis tres hijos y mi esposa querían habitar ya ese apartamento.

De pronto llegó la solución. El gobierno tomó el conjunto de apartamentos. Los expropió según la nueva ley de expropiación. Bien hecho, bien merecido lo tienen los constructores por irresponsables. Prometen y prometen y aunque los apartamentos ya están listos, no los entregan. La viveza criolla de los oligarcas. Ahora ya no hay acuerdo que valga.El presidente informó que ahora si iba a ayudar a la clase media. De la cual me siento orgulloso de pertenecer.

Luego de unos pocos trámites nos autorizaron entrar a nuestro apartamento. Extrañamente los papeles que nos dieron estaba lejos de parecerse a un título de apartamento. Pero lo importante era agarrar aunque fuera fallo. En el camino se arreglan las cargas. Luego protocolizaré como es debido nuestro hermoso apartamento. Por lo pronto me fijaron una tasa fija a pagar mensualmente, pero ya no se los daré al irresponsable constructor.

Con los papeles que nos entregó el gobierno pudimos acceder al edificio. Los militares que lo custodiaban eran muy celosos de aquellos que querían entrar. Que bueno, al fin íbamos a tener seguridad. y sobre todo nadie iba a invadir la casi mitad de apartamentos vacíos que aún quedaban sin vender.

No me sorprendió que el edificio no tuviera aún la puerta de entrada principal. Luego nos encargaríamos de eso.

Pero, carajo, lo que de verdad no nos pareció justo fue que los ascensores no funcionaran. O no estaban. Muy tarde después me enteré que el gobierno no había entregado los dólares para la importación de los mismos, a pesar de que se habían solicitado al inicio de la construcción.

Subir 12 pisos fue bastante desagradable, pero bien valía el sacrificio. Sudorosos y con el corazón en la mano entramos a nuestro nuevo hogar.

Horror. No había sanitarios, grifería, cocina, puertas internas, no había pisos. Supuse que había energía eléctrica, aunque los circuitos eléctricos aún no habían sido colocados. Como para consolarme bajé a la piscina y quise conocer las áreas verdes. Si allí estaba concluida, pero sin agua. No había bombas. Más tarde me enteré que con ellas había ocurrido lo mismo que con los ascensores, pero la restricción era debida a considerarse un artículo de lujo.

Por supuesto que las áreas verdes eran verdes, pero aquello no parecía más que monte maltrecho medio seco por falta de riego. No me importaba, eso lo arreglaría la Junta de Condominio.

El corazón se me estaba comenzando a poner pequeño en el pecho.

Me dirigí a las oficinas improvisadas por el gobierno para la entrega de los apartamentos. Tenía que reclamar aquella situación. A cambio recibí amenazas de expropiación de mi nuevo apartamento. El gobierno no tenía dinero para adecuar ningún apartamento y me mandaron a leer las letras pequeñas del contrato de adjudicación. Ahí comprendí que aquel apartamento era y no era mío. No podía venderlo, ni alquilarlo sin autorización del gobierno. Y al morir no podía ser heredado por mis hijos sino que pasaba directamente al ministerio de la vivienda para ser adjudicado a quien más lo necesitara. Aquello me heló las venas.

No quise decirle nada a mi esposa. Resignado decidí arreglar mi apartamento y ponerlo habitable.

Después de 5 meses me mudé con mi familia. Aquellos apartamentos que estaban vacíos ya no lo estaban. Fueron ocupados por personas afectas al gobierno. Uno de los puestos de estacionamiento tuve que cederlo porque no pude demostrar que tenía otro vehículo para ocuparlo. Usaron el mío y uno contiguo y lo cercaron. Allí metieron una familia sin casa. El espectáculo es espantoso y mi auto ya no soporta más rayones de los vecinos indeseables. No hay nadie a quien reclamar. Una vez lo hice y el "nuevo propietario" de mi puesto de estacionamiento me amenazó con un machete.

Los dos primeros meses tuvimos agua, pero al dañarse las bombas fueron desmanteladas y ahora dependemos de los ocupantes de la planta baja que permitan el acceso no sin antes pagarles un peaje por el vital líquido, que por supuesto tenemos que subir doce pisos.

Los militares hace tiempo que se fueron. Sus puestos fueron ocupados por malandros cobradores de peaje. La hermosa garita con baño a la entrada del conjunto residencial fue convertida en un rancho de bloque para una familia afecta al gobierno, quienes diariamente piden colaboración con una bandera roja en la mano. De lo contrario le vacían los cauchos a los vehículos.

¿La junta de condominio? No existe. La intentamos hacer, pero todos se opusieron al pago. Las áreas comunes las limpiamos por turno aquellos que adquirimos legalmente nuestro apartamento. ¿La piscina? La usan para quemar la basura. El cuarto de las bombas fue totalmente desmantelado y convertido en sanitario para quienes invadieron la planta baja.
Planteamos instalar los ascensores pero la mayoría se opuso. De los sitios donde vienen, todos los días tenía que subir muchas escaleras y ya están acostumbrados.

Los fines de semana son insoportables. Los vecinos hacen fiestas desde el viernes en la noche, con sus equipos a todo volumen. Invitan a sus amigos y antiguos vecinos y utilizan las áreas verdes para dejar las botellas vacías, y como sanitarios improvisados. Y lo peor es que no podemos ausentarnos. La última vez que lo hicimos se metieron en nuestro apartamento y se llevaron hasta los sanitarios.

Lo único que funciona es el salón de fiestas, pero la llave la tiene el Consejo Comunal que sólo la suelta para dar charlas de socialismo, a las cuales tenemos que asistir obligatoriamente todos porque pasan lista y si no lo hacemos corremos el riesgo de que nos desalojen, según consta en el contrato firmado.

Hoy recuerdo aquellas declaraciones que ilusionados dimos ante las cámaras de televisión aquel día nefasto de comienzos de noviembre del año 2010, donde decíamos con euforia que por fin el gobierno iba a aplicar mano dura a los constructores inescrupulosos que engañaban a quienes querían adquirir un apartamento.

Yo siempre me preguntaba ¿qué era eso del Socialismo del Siglo XXI? Ahora por fin lo comprendí, pero es demasiado tarde.
FUENTE: Correo electrónico.