Hay una crítica constante que se le hace a los dirigentes de oposición: “¡Ellos creen que los Ni-Ni no existen!”; esta crítica es una bandera de los encuestólogos, y no me refiero precisamente a las encuestadoras sino a la gente que se aferra a las encuestas como base única de cualquier análisis. Ya han dicho que en las candidaturas a la Asamblea Nacional hay pocos candidatos independientes que atraigan el voto Ni-Ni, y no faltan quienes vociferan que los partidos reunidos en la Mesa de la Unidad olvidaron que sólo 8% de los venezolanos encuestados asumen identificarse con alguno de ellos.
Lo que no se sabe con exactitud es ¿Qué es un Ni-Ni?, y de entrada debo decir que dudo que esta palabra sea utilizada en otros países para referirse a los independientes o a los abstencionistas de siempre; es lugar común en muchas democracias del mundo la crisis de los partidos políticos y, por ende, difícilmente podríamos encontrar un país donde los que se identifican con un partido político constituyan la mayoría de la población electoral. Entonces, ¿por qué hablamos en Venezuela del Ni-Ni? La mejor explicación está, obviamente, en nuestra propia polarización, hablar de Ni-Ni supone que una persona no es NI de un bando NI de otro, lo cual hace presumir que sólo hay Ni-Ni en países con sistemas bipartidistas o donde hay tanta polarización que, de hecho, domina la tensión oficialismo-oposición.
Sin embargo, la categoría del Ni-Ni no se puede construir sólo porque lo digan los números resultantes de una encuesta, se le critica a los dirigentes partidistas de oposición el negar la existencia de los Ni-Ni cuando esta noción es una mezcla confusa de conceptos que no pueden intercambiarse como simples sinónimos, a saber: el independiente es una persona que no milita ni simpatiza con un partido político; el abstencionista es una persona que no acude a votar, bien sea porque nunca se ha interesado en la política o, porque interesándole la política, no se identifica con ninguna de las opciones disponibles; y un ciudadano ecuánime y crítico es el que sopesa los argumentos y procura tomar sus decisiones sin dejarse cercar por las gríngolas de la polarización.
Decir que los Ni-Ni son gente independiente, que no le gusta ninguno de los dos bandos y que además es gente ecuánime y crítica que está agobiada por la polarización, no es más que una forma deficiente de ocultar que muchos independientes siempre han tenido una firme posición pro-gobierno o pro-oposición, que hay independientes radicales, que en los partidos políticos militan personas ecuánimes que también están hastiadas de la polarización, entre otras combinaciones posibles. Cuando se dice que “nueve de cada diez Ni-Ni no simpatiza con partidos políticos” se intenta hacer coincidir a un Ni-Ni con un independiente, pero sabemos que no todo independiente es abstencionista, incluso, un independiente puede tener inclinaciones firmes y esto es lo que realmente le interesa a la dirigencia partidista de oposición.
Con respecto a este punto, leí en un artículo de periódico que las encuestadoras más importantes del país coincidían en que los Ni-Ni representan entre 45% y 55% de la población y que esta cifra supera a la de los chavistas y la de los opositores. Ahora bien, la abstención en elecciones recientes no ha sido 50%, inclusive en las elecciones regionales de 2008 la abstención promedio por Estado fue 34.16% y en esas elecciones la mayor parte de la votación se emite a través de tarjetas de partidos. Es aquí donde se entiende que los dirigentes partidistas de la oposición asuman, al igual que algunas encuestadoras, que en los supuestos Ni-Ni hay personas que sí tienen posiciones, sí toman decisiones y por lo tanto es más práctico pensar en electores independientes, en abstencionistas, en electores críticos por separado y no en una neocategoría confusa llamada Ni-Ni. Vale la pena apuntar que los inventores del Ni-Ni, ante la inconsistencia de esta noción, ahora hablan de “no alineados”, yo me pregunto: ¿No alienados con qué? ¿Ni con el chavismo ni con la oposición? Si la respuesta es sí, entonces el tal “no alineado” tiene el mismo supuesto conceptual del Ni –Ni, y con cambiar el nombre no cambia la imprecisión de la idea.
Tras estas nociones confusas que se tratan de presentar como novedosos fenómenos políticos, algunos encuestólogos con conocidos intereses políticos procuran vender solapadamente la imagen del político independiente y hacer creer que los electores independientes sólo se motivan a votar por candidatos independientes, lo cual es un contrasentido, porque esto supone de facto que “los independientes” son una parcialidad, un cuasi partido. Y se sigue repitiendo la historia del independiente que organiza un movimiento de acción social temporal, que en lo sucesivo sólo encuentra como modo de sobrevivencia pasar a engrosar la lista de partidos políticos.
En virtud de lo expresado, considero que el Ni-Ni es un invento de los encuestólogos en su afán por reforzar el discurso anti-partido que no es nada novedoso, todo esto tiene como manual de estilo hacer pasar por nuevo lo que es viejo, descubrir el agua tibia y convencernos de que un buen candidato a cargos públicos debe ser una cara nueva independiente, intentando borrar de nuestras mentes que hoy gobierna en Venezuela una promesa independiente engañosa de fines del siglo XX, quien habiendo denostado de los partidos creó un movimiento que hoy exige con vehemencia disciplina partidista.
Lo que no se sabe con exactitud es ¿Qué es un Ni-Ni?, y de entrada debo decir que dudo que esta palabra sea utilizada en otros países para referirse a los independientes o a los abstencionistas de siempre; es lugar común en muchas democracias del mundo la crisis de los partidos políticos y, por ende, difícilmente podríamos encontrar un país donde los que se identifican con un partido político constituyan la mayoría de la población electoral. Entonces, ¿por qué hablamos en Venezuela del Ni-Ni? La mejor explicación está, obviamente, en nuestra propia polarización, hablar de Ni-Ni supone que una persona no es NI de un bando NI de otro, lo cual hace presumir que sólo hay Ni-Ni en países con sistemas bipartidistas o donde hay tanta polarización que, de hecho, domina la tensión oficialismo-oposición.
Sin embargo, la categoría del Ni-Ni no se puede construir sólo porque lo digan los números resultantes de una encuesta, se le critica a los dirigentes partidistas de oposición el negar la existencia de los Ni-Ni cuando esta noción es una mezcla confusa de conceptos que no pueden intercambiarse como simples sinónimos, a saber: el independiente es una persona que no milita ni simpatiza con un partido político; el abstencionista es una persona que no acude a votar, bien sea porque nunca se ha interesado en la política o, porque interesándole la política, no se identifica con ninguna de las opciones disponibles; y un ciudadano ecuánime y crítico es el que sopesa los argumentos y procura tomar sus decisiones sin dejarse cercar por las gríngolas de la polarización.
Decir que los Ni-Ni son gente independiente, que no le gusta ninguno de los dos bandos y que además es gente ecuánime y crítica que está agobiada por la polarización, no es más que una forma deficiente de ocultar que muchos independientes siempre han tenido una firme posición pro-gobierno o pro-oposición, que hay independientes radicales, que en los partidos políticos militan personas ecuánimes que también están hastiadas de la polarización, entre otras combinaciones posibles. Cuando se dice que “nueve de cada diez Ni-Ni no simpatiza con partidos políticos” se intenta hacer coincidir a un Ni-Ni con un independiente, pero sabemos que no todo independiente es abstencionista, incluso, un independiente puede tener inclinaciones firmes y esto es lo que realmente le interesa a la dirigencia partidista de oposición.
Con respecto a este punto, leí en un artículo de periódico que las encuestadoras más importantes del país coincidían en que los Ni-Ni representan entre 45% y 55% de la población y que esta cifra supera a la de los chavistas y la de los opositores. Ahora bien, la abstención en elecciones recientes no ha sido 50%, inclusive en las elecciones regionales de 2008 la abstención promedio por Estado fue 34.16% y en esas elecciones la mayor parte de la votación se emite a través de tarjetas de partidos. Es aquí donde se entiende que los dirigentes partidistas de la oposición asuman, al igual que algunas encuestadoras, que en los supuestos Ni-Ni hay personas que sí tienen posiciones, sí toman decisiones y por lo tanto es más práctico pensar en electores independientes, en abstencionistas, en electores críticos por separado y no en una neocategoría confusa llamada Ni-Ni. Vale la pena apuntar que los inventores del Ni-Ni, ante la inconsistencia de esta noción, ahora hablan de “no alineados”, yo me pregunto: ¿No alienados con qué? ¿Ni con el chavismo ni con la oposición? Si la respuesta es sí, entonces el tal “no alineado” tiene el mismo supuesto conceptual del Ni –Ni, y con cambiar el nombre no cambia la imprecisión de la idea.
Tras estas nociones confusas que se tratan de presentar como novedosos fenómenos políticos, algunos encuestólogos con conocidos intereses políticos procuran vender solapadamente la imagen del político independiente y hacer creer que los electores independientes sólo se motivan a votar por candidatos independientes, lo cual es un contrasentido, porque esto supone de facto que “los independientes” son una parcialidad, un cuasi partido. Y se sigue repitiendo la historia del independiente que organiza un movimiento de acción social temporal, que en lo sucesivo sólo encuentra como modo de sobrevivencia pasar a engrosar la lista de partidos políticos.
En virtud de lo expresado, considero que el Ni-Ni es un invento de los encuestólogos en su afán por reforzar el discurso anti-partido que no es nada novedoso, todo esto tiene como manual de estilo hacer pasar por nuevo lo que es viejo, descubrir el agua tibia y convencernos de que un buen candidato a cargos públicos debe ser una cara nueva independiente, intentando borrar de nuestras mentes que hoy gobierna en Venezuela una promesa independiente engañosa de fines del siglo XX, quien habiendo denostado de los partidos creó un movimiento que hoy exige con vehemencia disciplina partidista.
Esctriton por: Nazly Escalona
FUENTE: GUAYOYO (publicado el día 27/06/2010
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